Romperse para recomponerse
<Soy como un mazapán>
Una vez hace tiempo, una paciente me decía -en medio de su proceso de sanar lo que dolía- que se sentía como un mazapán: vulnerable, expuesta al tacto, al encuentro, al sentimiento; un mazapán que podría desmoronarse.
Quizá tu también te has sentido mazapán. Quizá tu también te has sentido expuesto, frágil, como que podrías romperte. Entonces vas con tu letrero de "no tocar" evadiendo, posponiendo, fingiendo que todo va bien o silenciando, "hacer como que no pasa nada".
El "bien" como respuesta automática, para no decir mucho, para dejar pasar y es que si te pusieras a pensar...a sentir... podrían caer las morusitas.
¿Apoco no? El no afrontar, hablar o al menos reconocer que hay algo que si te acercas poquito más, que si lo dices en voz alta llegaría a impregnarte y recorrerte, porque sanar es dejarte sentir; es darle paso a tu miedo, a la incertidumbre y/o tristeza. No puedes sanar aquello que no te dejas sentir. Y entonces hay momentos donde cuando te das la oportunidad de reconocer lo que se tiene que soltar, cuando tienes el coraje de mirar hacia dentro y decir "sí, esta es mi historia, estos son los recuerdos que duelen, estas son las decisiones que he tomado", cuando te decides no evadir y afrontar a veces sientes desmoronarte: la oleada de emociones, la sacudida en tus ideas, la sensación de ruptura. Un crujido de reacomodo.
El desmoronamiento de lo que ya no eres, el derrumbe de tu sistema de creencias, tu modo de funcionar. El romperse como derrumbe que te genera caos; un desorden que invita a lo nuevo; de dejar ir lo que ya no encaja, lo que no suma, lo que deja de ser vigente.
Porque a veces eso del crecimiento personal se romantiza y la verdad es que la mayoría de las veces hay que romperse para encontrarse y la búsqueda duele, desorienta y confronta. Te rompes, te sientes pequeñito, pedacitos, solo, raro. Te rompes y te haces río, lloras o te enojas, te sensibilizas, te humanizas.
Está bien reconocer que el cambio es difícil aún cuando es un cambio positivo. No hay por que idealizar el recorrido que implica conocerte, reconocer tus heridas y esas formas muchas veces erróneas de entender el mundo y de pensarte a ti mismo. Identificar lo que hay dentro de ti puede llegar a ser abrumador, lo que quizá ya fue y lograste sobrepasar pero que ha dejado su marca, lo que está por venir. Reconocerte vulnerable y muchas veces confundido.

Pero te sorprenderías de todo lo que puede emerger cuando haces espacio para lo nuevo, de lo fuerte que puedes llegar a ser, de lo mucho que hay por descubrir cuando dejas de lado el temor de cambiar, de pensarte distinto, de romperte.
<Soy como un mazapán>
Mi desmoronamiento es mi recomposición. Mis migajitas son mi esencia y ahora puedo hacer con ellas algo nuevo y mejor.