Candadito al corazón
Mi corazón emana intensidad, arrasando a su paso, fluyendo. Mi corazón se abre a la experiencia viviendo el momento, conectando. Es un músculo terco que a sabiendas de que no todo sale como espera, se entrega, se muestra, se arriesga. Mi corazón emana intensidad y explora atento lo que dejas ver y despiertas.
Tu corazón tiene candadito, cerrado indispuesto. Tu corazón tiene su nombre e historia impresa. Está herido, lo percibes fragmentando. Es un músculo perspicaz que ha aprendido a poner su límite. Tu corazón tiene candadito, pero no por ello deja de ser centro de ti y por ende motor de tu esencia, esa que el mío percibe, corazón que siendo libre no se restringe, acortando la riqueza de esta experiencia.
Mi corazón fluye y en ese caudal radica el secreto de su riqueza.

¿Cómo le hace uno para ponerse un “candadito”? Así como esa canción de kínder “un candadito nos vamos a poner, el que se lo quita va a perder”. ¿Cuál es la llave? y es que a veces parece así ¿no? como si quien se permitiera vivir en el aquí y ahora la experiencia de conectar con el otro, saliera perdiendo.
Es cierto que el dejar fluir de las sensaciones, el permitirse percibir, atento a los detalles, a los momentos implica apertura y en ese “estar abierto-expuesto” no podemos controlar qué si entra y qué no y ello a veces te deja con la sensación de que perdiste. Te entregaste y el otro no, te traicionaron, te desilusionaron, te rompieron el corazón..
Complejo ¿no? porque realmente no podemos tener un control de mando que indique qué emociones sí registrar y cuáles no, no podemos adivinar cuándo vendrán los momentos de altibajo, los cambios de rumbo, lo que se produce en el encuentro entre dos personas. Que los “corazones libres” quizá se exponen más, es cierto. ¿Será eso una debilidad o la posibilidad de vivir intensa y genuinamente? y es que ¿cómo selecciona uno? o eso del límite ¿cómo protege uno su corazón?.
Quizá tú eres de lo que se ha puesto en esa situación de “a mí ya no me la hacen” “yo no me arriesgo” “candadito al corazón”. Valdría la pena pensar si esa supuesta protección no termina siendo una coraza, que en el afán de proteger te limita, coarta la experiencia y todo lo que podría mostrarte. Pero sobre todo el pensar ¿por qué tienes que protegerte?. Quizá detrás de todo hay otros motivos que te han puesto alerta, motivos por resolver.
Si por otro lado tu eres de los que se lanza, se arriesga, no confundas el ser franco y llanamente tú con el irte de boca sin mirar lo que hay alrededor. ¿Me explico? Ni candadito que no de entrada, ni apertura que no filtre. Conectar y tener un corazón vivaz no está peleado con el aprender como dicen a ver “en qué canasta poner tus huevos”. Hay que saber poner atención si donde estamos apostando es un espacio que sepa contener ese torrente de sinceridad y apertura y si no lo es, saber re-orientarnos.
Candadito al corazón...